La Guajira es una tierra árida, seca. El sol es inclemente sobre este territorio y, con estas condiciones, sus habitantes deben caminar kilómetros para conseguir un poco de agua o comprar en pesos colombianos un agua salobre, no apta para el consumo humano. El agua para los wayuu es fuente de vida para la familia, los animales y su siembra. Pero el acceso al agua es uno de los derechos de los que carecen los wayuu. Son cientos los casos y las historias. Una de ellas es la de Vilma Fernández, mujer wayuu que vive en la comunidad de Campamento, al norte del municipio Guajira, en el estado Zulia. Cuenta que la falta de agua afecta a 400 familias que, día a día, recorren al menos cinco kilómetros en burros o en carretillas, mientras otros cargan en el hombro las pimpinas con agua que recogen para el consumo en jagüeyes o pozos artesanales. La falta de agua es uno de los problemas que preocupa a 70 % de las comunidades de esta región fronteriza. En pleno siglo XXI, las comunidades permanecen sin agua, por lo que esta situación ha obligado a centenares de familias a consumir agua no apta, sin tratamiento y esto ha generado enfermedades en los niños y en las personas de la tercera edad.