Después del pico de migrantes, sobre todo haitianos, que cruzaron la frontera entre Colombia y Panamá el año pasado, miles de personas siguen arriesgándose cada semana para hacer esta travesía a través de la selva del Darién, a pesar de que no hay garantías y lo hacen a merced de mafias y traficantes, alertó este viernes un informe. Mientras que el 62 % de los más de 134.000 migrantes que cruzaron en 2021 a Panamá eran haitianos, este año, la mayoría, más de un tercio, han sido venezolanos, según informaba este martes Médicos Sin Fronteras (MSF). En la estación migratoria de San Vicente, en Panamá, «en un solo día están llegando entre 300 y 900 personas que quieren avanzar cuanto antes a Costa Rica y seguir hacia Estados Unidos», decía MSF en un comunicado. En el informe de Refugees International se hace un repaso de cómo es esta peligrosa ruta que emprenden los venezolanos, sobre todo, por las dificultades económicas en su país y que suele comenzar más al sur que Colombia, en Perú, desde donde atraviesan por tierra, en autobuses, hasta el pueblo de Necoclí, situado en el golfo del Urabá, en la costa caribeña.