Colombia es, por un lado, una de las sociedades más abiertas para la comunidad LGBTIQ+: se permite el matrimonio homosexual, que adopten e ingresen a las fuerzas armadas abiertamente; la ley no establece ninguna distinción respecto a las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, y la edad de consentimiento es la misma que para las parejas heterosexuales, es decir, catorce años. Pero esta misma sociedad, abierta en lo legal es también epicentro de ataques en contra de personas LGBTIQ+, una tendencia que ha crecido desde el año pasado, según cuenta Carlos, quien pidió resguardar su apellido por miedo a represalias. “La situación de Venezuela y Colombia respecto a la homosexualidad es prácticamente la misma. La sociedad se dice muy open minded, pero cuando llega el momento de abrir las puertas a una persona de la comunidad LGBTIQ+, no lo hacen. Todavía en el siglo XXI, estamos estigmatizados como los causantes de la proliferación del VIH”, comenta Carlos. Después de Brasil, Colombia es quizás el país más peligroso de las Américas para las personas LGBTIQ+. El año pasado, una investigación de WOLA, una organización líder en investigación e incidencia que promueve los derechos humanos en las Américas, encontró que, de nueve países de América Latina y el Caribe, Colombia registró el mayor número de asesinatos de personas LGBTIQ+ en un período de cinco años.