Un nuevo fenómeno está ocurriendo en casi todos los países del continente americano, incluso en algunos cuya lengua principal no es el español: migrantes venezolanos, con llamativa recurrencia, aparecen como protagonistas de informaciones publicadas en las secciones de Sucesos de portales informativos y medios de comunicación, vinculados a hechos de violencia. La mayoría de las veces como víctimas ―muchas veces mortales―, pero también, y es imperativo reconocerlo, como victimarios. Comenzaré por el segundo aspecto: en los países donde se han establecido un mayor número de emigrados venezolanos ―Colombia, Ecuador, Perú, Chile y otros― han aparecido peligrosas bandas integradas por delincuentes venezolanos, con las más diversas consecuencias. En Colombia, por ejemplo, que lleva décadas en una dura lucha con las gruesas y torcidas ramas de la delincuencia organizada, la acción de los grupos venezolanos viene a complicar todavía más la que por sí misma es una compleja e histórica problemática, que tanta mortandad ha causado en la sociedad colombiana.