Desde el puente internacional Simón Bolívar se divisa el vasto y peligroso mundo de las trochas. Por ese tramo, cargado de historia, se han escrito varios episodios que han dejado una huella — para bien o para mal– en los habitantes de frontera.
Son 315 metros de longitud que conectan a dos municipios: Bolívar y Villa del Rosario, cuya hermandad ha sobrevivido pese a los virajes que se registraron a raíz del cierre de frontera, el 19 de agosto de 2015, y que son reflejo de las dos naciones que representan al eje, Colombia y Venezuela.
Este 24 de febrero, el trayecto internacional más emblemático y empleado por propios y visitantes, arribó a 62 años. Son 12 lustros y dos años de intercambio comercial, de lazos familiares y culturales, donde también ha habido tensiones políticas que mantuvieron cerrado, por más de siete años, el puente para el paso de vehículos.
El pasado 17 de febrero de 2023, retornaron los vehículos a ese puente, al igual que al Francisco de Paula Santander, en medio de un proceso de reapertura que tuvo como punto central el 26 de septiembre de 2022, con el paso de los primeros vehículos de carga pesada.
Aún el puente no ha recuperado su completa vitalidad. Lo abren por 15 horas y lo apagan por nueve, escenario que no ha permitido consolidar una frontera 100% activa. Sin embargo, su historia continúa escribiéndose.