El cierre de frontera de inmediato golpeó esta semana la cartera de clientes venezolanos que le da vida a La Parada; pero igualmente afectó a la Casa de Paso La Divina Misericordia, en tanto una parte importante de sus voluntarios residen al otro lado de la frontera. Para ellos trabajar en ese hospicio además de una alternativa de recibir a cambio de sus servicios, alivio y una humilde mesada, les representa la satisfacción de cocinar y repartir platos de comida a sus compatriotas en situación de hambre, así como de apoyar la asistencia médica gratuita que se ofrece en el lugar.