Los músicos Darwin Mejías y José Márquez, habitantes del municipio Fernández Feo, en el sur del Táchira, abrumados por las notas informativas relacionadas con el incremento del maltrato infantil y el abuso de menores en el país, decidieron traducir su preocupación en arte musical. Una tarde calurosa en la puerta del llano, con esta inquietud atravesándoles el alma, se reunieron y dieron vuelo a sus dotes como compositores. Este es el génesis de «Los niños no se tocan» una canción del género llanero estilizado, cuyos versos buscan hacer un llamado a la población sobre estos terribles delitos y que, en muchos casos, sus perpetradores forman parte del círculo familiar o de amigos de la víctima. «Los niños no se tocan» nos presenta una lírica sencilla, pero profunda a la vez. Apela a nuestros sentimientos, exhortándonos a no ser indiferentes ante una problemática que vivimos a diario, porque a pocos metros de nuestros hogares puede que un niño, niña o adolescente, sea víctima de este flagelo. Algunos versos de la canción, nos instan a no callar y a decir “basta”.