San Antonio del Táchira está convertida en una ciudad de paso que se extiende hacia la jurisdicción vecina de Pedro María Ureña. Casi ningún visitante se desvía hacia el casco central del eje fronterizo venezolano. El gran movimiento de carros y motos se concentra en la avenida Venezuela del municipio fronterizo Bolívar, arteria vial que conecta con el puente internacional Simón Bolívar, el más empleado por propios y extraños. El centro de San Antonio, otrora punto de gran dinamismo comercial, dista de aquella frontera viva que reinaba antes del cierre de frontera, el 19 de agosto de 2015. El poco comercio que queda no logra competir con Norte de Santander, pues la mayoría de productos exhibidos en vitrinas son traídos de Cúcuta y La Parada. La Cámara de Comercio del municipio Bolívar, bajo la representación de Isabel Castillo, su presidenta, ha dejado claro que el comercio sigue paralizado en más del 85 %, una cifra que no ha cambiado a más de un año de la reapertura progresiva de frontera. A juicio del analista en temas de frontera William Gómez, urge una Zona Económica Especial o Zona de Libre Comercio e Industria que impulse un cambio a corto o mediano plazo hacia un sector que sigue deprimido.