Juan Mora, de 62 años, atravesaba el puente internacional Simón Bolívar en medio de un sol abrasador que le hacía redoblar sus esfuerzos por el peso que llevaba.
Una carretilla, con costales repletos de plástico, era manejada por el sexagenario, quien lleva más de dos años dedicado al reciclaje. «Con eso gano algo para la comida», enfatizó.
Al igual que Mora, hay otras personas de la tercera edad dedicadas a estos trabajos. Por el tramo binacional se ven constantemente. La comodidad de los trayectos internacionales abiertos, les evita tener que cruzar las trochas o caminos verdes: rutas más largas y sinuosas para llegar al vecino país.
A la semana, el ciudadano va dos tres veces a La Parada. El resto de días, los invierte en la recolección del plástico, el cual va separando para sacarle el mayor provecho a la hora de venderlo en el corregimiento colombiano.
En los grupos, también hay mujeres que ven en este oficio una entrada para solventar los gastos del hogar.