Esto comenzó esa mañana con los gritos de los niños que veía correr en el punto de control de la GNB en el poblado de Guarero, a unos 8 kilómetros para llegar a la frontera. Me inquietó la gran cantidad de niños que esperaban embarcarse en algún carro. Eran los rostros de niños desesperados por comer. Me enfrentaba a la forma más extrema del hambre que se reflejaba en el rostro de aquellos que estaban allí. Se hacía más tarde y era posible no llegar a tiempo para el desayuno en el comedor humanitario ubicado en el corregimiento de Paraguachón….