Las llamas que quemaron las donaciones que pasarían a Venezuela el 23 de febrero también se vieron en Argentina, donde la combustión hizo mella en el profundo sentir humanitario de Javier Sosa. Él es un chef que, sin más, ese día decidió viajar a Norte de Santander para donar tiempo y sabor a los migrantes venezolanos. “Eso me movilizó y dije: algo tengo que hacer por mis hermanos”, cuenta.