La popular avenida de los jeans, en el municipio fronterizo de Pedro María Ureña, no ha experimentado un incremento en las ventas pese a la época decembrina. Antaño, los negocios brindaban una imagen dinámica: decenas de ciudadanos acudían a adquirir sus estrenos. Ahora, los pocos locales que abren sus puertas, lucen desolados y con intenciones de declinar. Muchos visualizan que el río de gente que cruza a diario los puentes internacionales, cambie de cauce y se dirija hacia donde están ellos ubicados. Esos miles ya no se fijan en el comercio que aún sobrevive en la frontera, lado venezolano; sus objetivos y necesidades han cambiado y ven en Cúcuta una plaza apta para satisfacer sus necesidades de consumo.