La frontera colombo-venezolana muestra este fin de año dos caras opuestas en materia de comercio. Del lado de Venezuela, muchos comerciantes lucen frustrados en San Antonio del Táchira. Mientras que en Cúcuta, las luces y los comercios abiertos revelan crecimiento económico. Un paisaje desolador se percibe por las calles de San Antonio del Táchira, la ciudad venezolana de unos 220.000 habitantes que colinda con Cúcuta, Colombia, y que tuvo grandes expectativas de cerrar el año con una reactivación del comercio después de la reapertura de la frontera hace un poco más de un año. Las expectativas no se han cumplido para muchos, en momentos en que los locales cerrados y las aceras desoladas extrañan las épocas doradas cuando los colombianos cruzaban la frontera para comprar cuanto pudieran en suelo venezolano. Mientras, del lado colombiano los coloridos comercios hacen la diferencia.