La xenofobia es intolerable en cualquiera de sus formas y en todos los contextos en que se presente, pero adquiere especial gravedad y peligrosidad cuando es enarbolada por personas u organizaciones con influencia pública pues estas legitiman este reprobable fenómeno social instrumentalizándolo para fines propios. En días pasados hemos asistido en Colombia a varios casos de xenofobia por parte de prominentes ministros del gobierno nacional y un candidato a la alcaldía de Bogotá, quienes de manera premeditada y repetitiva han expuesto negativamente a la comunidad venezolana residente en el país asociándola con los problemas de seguridad que se están viviendo. La xenofobia no es un pecado que pueda atribuirse solo a políticos de izquierda o derecha, pues representantes de ambas corrientes echan mano de explicaciones estigmatizantes, bien para justificar el desempeño u omisiones de su acción de gobierno o bien para ganar votos en las próximas elecciones regionales y municipales que tendrán lugar el 29 de octubre.