Han pasado cerca de diez años desde la salida forzada de ciudadanos colombianos de Venezuela en el marco de lo que el gobierno de Nicolás Maduro denominó “Operaciones para la Liberación del Pueblo”. Momento en el que comenzó más contundentemente el proceso de movilidad humana desde el país vecino hacia Colombia.  De acuerdo con los resultados de la quinta ronda de la Encuesta Pulso de la Migración del Dane, cerca del 67 por ciento de la población migrante se siente muy o completamente identificada con la cultura o la sociedad colombiana. Por otro lado, la integración económica de esta población no ha sido tan sencilla. Según la misma encuesta, cerca de la mitad de los encuestados asegura haber tenido problemas para encontrar trabajo, un tercio de la población migrante trabaja como independiente (casi siempre en la informalidad) y el 81 por ciento mantiene un contrato verbal con su empleador. Hoy, la mayoría de los ciudadanos venezolanos que deciden volver a migrar hacia Estados Unidos después de haberse establecido en Colombia, lo hacen porque no están satisfechos con su situación laboral. La integración de la población migrante tiene muchas caras, y una de ellas es la económica, donde el rol del sector privado es esencial.

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