En el municipio de Villa del Rosario, en Norte de Santander, específicamente en el corregimiento de La Parada, en la frontera con Venezuela, donde transitan diariamente migrantes y viajeros, la mayoría de escasos recursos, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar ha marcado la diferencia, brindando atención integral a los niños y niñas migrantes, entre 6 meses y 5 años de edad. En esta zona, convertida en lugar de refugio para los más pequeños, se ha desarrollado el Centro de Desarrollo Infantil (CDI) Mi Vecino Protector y su proyecto Educación Inicial sin Fronteras, que gracias a la innovación en el servicio e incidencia en la comunidad migrante, ha sido una de las prácticas ganadoras entre 700 experiencias, que llegaron a Bogotá al encuentro “Experiencias de Primera”, para mostrar al país cómo es el trabajo día a día para transformar las realidades y el futuro de estas familias. En este CDI, operado por la Corporación de Profesionales para el Desarrollo Integral Comunitario (Corprodinco), diariamente llegan 284 niños y niñas, hijos de personas habitantes de calle y de migrantes en condición irregular, que buscan -a través de los servicios del ICBF- un baño diario, cambio de ropa, alimentación ajustada para cada edad y, sobre todo la atención de las agentes educativas que los reciben.