La “calle del cuero” desapareció en San Antonio del Táchira. Esa gran vitrina de productos exclusivos, ubicada en la entrada al municipio fronterizo Bolívar quedó relegada a ventas informales y algunos negocios con otros nichos.
En esa vía, otrora llamativa para los visitantes por la producción exhibida por los marroquineros, solo quedan letreros oxidados, desvencijados, cuyos nombres rememoran marcas que trabajaban el cuero con excelencia y representaban el rostro más dinámico de una frontera que decayó a raíz del cierre de agosto de 2015.
De esa potencia, la del cuero, no queda ni el olor. Son contados los negocios formales que subsisten de las pocas ventas que registran en una ciudad cuyos circuitos presentan hasta 15 horas sin electricidad al día, escenario que hace aún más lóbrega la economía de la zona.
Las correas, asegura, eran únicas y duraban años. «Las chaquetas y los zapatos también eran un lujo. Todo se hacía acá, con nuestra gente, generaba empleos y era parte de esa formalidad que tanto hace falta en estos momentos», prosiguió con la nostalgia tallada en sus ojos un habitante
La presidenta de la Cámara de Comercio en el municipio Bolívar, Isabel Castillo, ubicó la paralización del comercio en 90 %, mientras que la de la industria se sitúa en 80 %, con un 20 % activo a media máquina.