La frontera entre Norte de Santander (Colombia) y los estados Táchira y Zulia (Venezuela) es muy dinámica, no solo por el movimiento de mercancía y de personas por los pasos legalmente establecidos, que hoy permanecen cerrados, sino por los negocios ilícitos que se mueven por las trocha, generando una disputa entre los grupos armados ilegales por controlar los más de 380 kilómetros de línea limítrofe para obtener ganancias que son incalculables. Lo que nunca contemplaron las autoridades de Norte de Santander es que la realidad del contrabando de gasolina -que siempre se dio de Venezuela hacia Colombia- iba a cambiar, siendo ahora de Colombia hacia Venezuela. Para los que se mueven en este negocio, el contrabando se permite mientras haya con qué pagarle a la cadena de autoridades. Esto parecería irreal, pues un galón de gasolina en Venezuela cuesta $2.905, mientras que en Norte de Santander ese mismo galón vale $6.439. Pero al otro lado de la frontera hay una crisis y eso ayudó a que la gasolina legal que llega a Norte de Santander con precio preferencial, esté terminando en Venezuela, generando una ganancia inmediata, pues una pimpina en esta parte de la frontera cuesta $32.195, pero al otro lado pagan hasta en $100.000.

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