Mientras estos extranjeros enfrentan el drama de normalizar su estatus en esta parte del país donde decidieron refugiarse tras huir de un régimen que se despedaza al otro lado de la línea divisoria, el Instituto Departamental de Salud (IDS) de Norte de Santander engrosa las cifras de un reporte sobre casos por enfermedades como la violencia de género, la malaria, la tuberculosas y el VIH/sida, que se desprende de la atención a 11.800 pacientes de origen venezolano, desde 2015, cuando se produjo el cierre de la frontera por orden del presidente Nicolás Maduro.
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