Se ven igual que cuando huyeron de la crisis de su país, con apenas una maleta de ropa a cuestas, sin abrigos y con niños en brazos. Los migrantes venezolanos emprendieron de nuevo el peligroso viaje a pie por el páramo de Berlín, esta vez retornando a la frontera en peores condiciones debido a la pandemia del covid-19. Las administraciones municipales los han trasladado en transportes por tramos. Pero muchos de ellos continúan caminando, arriesgando su vida en estas elevadas montañas de más de 2.800 metros sobre el nivel del mar, y cuyas temperaturas pueden bajar los cuatro grados. Este viaje que puede resultar fatídico, tal como lo padeció a mediados de febrero una familia de migrantes con el fallecimiento de un bebé en pleno tránsito por el páramo.