“Se compra cabello, se compra cabello”, dicen voces que resaltan entre la bulla habitual en la frontera entre Venezuela y Colombia. Aunque el paso de personas no es el común debido a la pandemia por Covid-19, la oferta de compra de cabelleras se mantiene vigente. Después del ofrecimiento, viene la explicación de quienes se dedican a este negocio. “No se nota, eso es rápido. Te quitan el volumen si no quieres tener el pelo corto. Unos hilos de cabello y ya. Te pagan dependiendo de cuánto te dejes cortar”, dice un hombre, con acento venezolano, en el lado colombiano del puente internacional Simón Bolívar, que separa al estado Táchira del Departamento del Norte de Santander. De acuerdo con Adriana Pérez, psicóloga, la venta de cabello no es una práctica fácil para cualquier persona. La necesidad económica es la protagonista en este tipo de casos y es el reflejo de la crisis que se sigue viviendo en Venezuela.