La desolación reinó en la avenida Venezuela y en la mayoría de calles de San Antonio. Los únicos sitios concurridos fueron las cercanías de algunas trochas. Mientras las calles de Colombia eran recorridas por cientos de ciudadanos que se dieron cita a las marchas convocadas, las de la frontera presentaron un rostro dominado por el silencio, el cual se iba rompiendo una vez se adentraba a los “caminos verdes”. Allí, los precios del “peaje”, variaban. Algunos pagaron 5.000, otros 10.000 pesos. Hubo quienes, por requerir de un “trochero”, desembolsillaron hasta 30.000 pesos.