En el campo venezolano, la sequía es distinta al resto del mundo. Los productores no solo ansían agua: están sedientos de gasolina. La crónica escasez de combustible se destapó hace dos meses en los 23 estados y la capital de Venezuela. Coincidió con la declaratoria de pandemia por la COVID-19 y la orden de cuarentena absoluta de parte del gobierno en disputa de Nicolás Maduro. “Sin gasolina, no puede haber comida, y, sin comida, no puede haber salud”, ilustra Armando Chacín, presidente de la Federación Nacional de Ganaderos, conocida como Fedenaga, considerado el gremio más importante del sector en el país. Chacín comparte con la Voz de América un gráfico sobre la distribución de gasolina a los no menos de 100.000 ganaderos del país durante la contingencia sanitaria. La petición de su gremio al madurismo consiste en que cada productor reciba al menos 70 litros de gasolina por semana para atender sus fincas, fundos y haciendas.