Pedir limosna o descuidar su salud, esa es la disyuntiva para miles de migrantes venezolanos en la región peruana de Tumbes, limítrofe con Ecuador, donde el acceso a la salud y a la educación es limitado para quienes viven irregularmente en una frontera desatendida. Sobre el papel, el sistema de salud peruano se jacta de atender de forma gratuita a todos los menores de 5 años, pacientes de VIH y mujeres embarazadas, incluyendo las que han dado luz hasta los primeros 41 días, independientemente de su condición migratoria. Pero no siempre es así. Prueba de ello es que la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V) estima que solo el 3,6 % de los niños venezolanos menores de 5 años recibieron atención médica en Perú durante 2020 y la primera mitad de 2021. En esos casos, a la xenofobia y las deficiencias estructurales del sistema sanitario peruano se suma la crisis causada por la covid-19.