Niños, mujeres embarazadas, adultos, ancianos y habitantes de la calle, algunos provenientes de Venezuela, con plato, cubiertos y vaso en mano,hacen fila en algún parque de Cúcuta mientras Roberney Galvis, por medio de un micrófono y un bafle, les va pidiendo orden para que su esposa, Erika Basto, les pueda ir sirviendo algún alimento