La crisis curricular, las fallas infraestructurales y pedagógicas, las peores condiciones de vida de maestros y estudiantes, la diáspora docente, la desnutrición infantil y, sobre todo, la educación de 966.899 niños y adolescentes dejados atrás por la migración forzada de sus padres, una cifra que aumentó en más de 30.000 niños y adolescentes con respecto al cierre del 2019, según el informe Niñez dejada atrás de Cecodap. “Los niños dejados atrás son una realidad que nosotros no teníamos, no sabíamos qué hacer y casi que no sabemos qué hacer”, explica José Gregorio Terán S.J, subdirector nacional de Fe y Alegría. “Pero estamos haciendo uso de algo que está en nuestra práctica ordinaria: la cercanía, la personalización, el estar pendiente del último de la clase, del más pobre dentro de la escuela, de los más vulnerables y excluidos”.