La pandemia de la covid-19, y la subsecuente cuarenta obligatoria, han llevado a las organizaciones en apoyo a las víctimas de la trata de personas a cambiar sus métodos para ayudar a esta población, según relató Betty Pedraza Lozano, directora de la Corporación Espacios de Mujer, una ONG que apoya a personas afectadas por este problema en Medellín, Antioquia. Aunque esta ONG ha atendido a mujeres, hombres y población LGTBI en Medellín, Pedraza resaltó que “las mujeres y niñas migrantes en condición irregular están expuestas a mayores riesgos de violencia, explotación y trata debido a las restricciones de viaje internas y externas, dificultades en acceso a salud y falta de documentación”. Para esta líder social, la trata de personas más que un delito debe ser “entendida como una violación de los derechos humanos“. Ella explica que, con la pérdida de empleos, tanto informales como formales, la vulnerabilidad de la población migrante ha aumentado y son muchos los que se aprovechan de esta situación. Con la cuarentena, identificar víctimas se hace más difícil. Por eso Espacios de Mujer decidió usar la virtualidad como forma de continuar el acompañamiento a las víctimas. Mediante plataformas digitales como Skype y WhatsApp, entre otras, esa organización se ha adaptado para seguir con su labor y, a través de estas plataformas, seguir recibiendo los casos.