Miles de venezolanos se han asentado sin ningún control en las poblaciones fronterizas con Colombia. Mujeres, hombres y niños de todas las edades recorren kilómetros. No les importa dormir en la calle porque lo que se buscan es apaciguar el hambre. Duermen a la intemperie y les toca correr cuando llueve para buscar un lugar donde protegerse. Las necesidades fisiológicas las resuelven “en el monte”, (ribera del rio Táchira). La ducha se hace cada tarde en “la cascada de las trochas”, donde también lavan la ropa y se saca agua para cocinar algunos alimentos. A este panorama no le ponen reparo, dicen “es mejor esto, a no comer”.