El orden y la limpieza de este terminal es algo que marcó un antes y un después, ya que este terminal era conocido por el desorden, inseguridad y suciedad reinante en sus instalaciones, ahora la limpieza y la presencia policial es evidente. Uniformados de la GNB, Politáchira y PNB hacen rondas y están pendientes de los viajeros. Como si estuviera en una burbuja, este espacio es ajeno a los desmanes que ocurren a su alrededor. Allí se ve de todo. La ilegalidad pulula en las calles. El desorden acompaña a todas las actividades que se llevan a cabo en esta zona. Allí no hay quien mande, al menos con uniforme. Y para los que se dedican a robar y hurtar cosas esto es aprovechado y pueden escapar de manera impune, pues cualquier rendija es un escondite potencial ante tanta anarquía. Todos saben dónde están las prostitutas. Al preguntar por ellas, al unísono dicen “vaya a la plaza de El Samán. Allí están”. Ciertamente, allí aguardan por un cliente. Dispersas pasan desapercibidas para quienes no las conocen. Sin embargo, en ese lugar además de mujeres de la vida alegre, también hay microtráfico de drogas, pero de eso sí no se atreven a hablar.