Medellín, en el noroeste de Colombia, se convirtió en una estación de tránsito para miles de migrantes venezolanos que desde hace días se agolpan en las terminales de transporte en busca de un boleto de autobús que los lleve a Necoclí, la puerta de entrada al Tapón del Darién. En los últimos 10 días Medellín ha tenido un flujo masivo de migrantes y refugiados, en su mayoría de nacionalidad venezolana, que llegan a la Terminal del Norte para comprar un billete rumbo a la región de Urabá, fronteriza con Panamá, especialmente a Necoclí, precisó a EFE el asesor de gerencia de Terminales Medellín, Carlos Mario Patiño. El funcionario aseguró que aunque la situación actual es “masiva”, en términos logísticos y de asistencia, “todo está controlado”, y quien quiera viajar puede hacerlo mientras tenga las condiciones económicas. Por lo general, los migrantes que permanecen más de un día en la terminal son los que no tienen recursos o están esperando un grupo procedente de Chile, Ecuador, Perú o Brasil, para hacer la travesía en compañía.