Colombia volvió al terror de las matanzas en el campo con 33 muertes en los últimos 11 días a manos de grupos financiados por el narcotráfico, tras el alivio que trajo el pacto de paz de 2016 con la exguerrilla FARC, también blanco de la violencia. Entre viernes y sábado, las autoridades reportaron 17 muertos y dos desaparecidos en dos masacres registradas en un país supuestamente semiparalizado por la pandemia. Cinco de las víctimas cayeron en Arauca, en la frontera con Venezuela, y seis en el departamento de Cauca, ambas zonas fuertemente militarizadas. Ayer, Jhon Rojas, gobernador de Nariño, departamento vecino del Cauca y fronterizo con Ecuador, también informó sobre una “nueva masacre” con seis víctimas y dos desaparecidos en el municipio de Tumaco, donde hay gran cantidad de plantaciones de coca. Los episodios se encadenan más o menos de la misma forma: un grupo armado irrumpe y abre fuego en alejadas zonas o se lleva a sus víctimas para luego abandonar los cuerpos. La mayoría de los asesinados son jóvenes.