El cruce de la peligrosa selva de Darién, en la frontera entre Colombia y Panamá, ha sido la ruta de miles de migrantes irregulares, en su mayoría venezolanos, haitianos y ecuatorianos, en busca de mejores oportunidades y seguridad. Sin embargo, esta travesía representa un calvario lleno de peligros naturales y amenazas de bandas criminales. Panamá se enfrenta a un desafío humanitario mientras trata de encontrar soluciones para esta creciente crisis migratoria. En este contexto, la reciente medida del Gobierno de regularizar el estatus migratorio de personas indocumentadas plantea desafíos y oportunidades. Si bien esto puede brindar oportunidades para que los migrantes tengan una situación legal más estable, existe el riesgo de que esta medida se convierta en un negocio y no aborde adecuadamente los desafíos humanitarios de la migración irregular. Uno de los aspectos más preocupantes de la migración irregular en Darién es la alta presencia de niños migrantes. Hasta junio pasado, se contabilizaron 40 mil 458 menores de edad que han transitado por esta peligrosa vía. Estos niños quedan expuestos a grupos criminales y se ven forzados a abandonar sus entornos sociales y escuelas, enfrentando un alto riesgo durante su travesía.