Un techo rojo, que protege del sol abrasador de la frontera; un asiento, color negro, bastante confortable y en el que pueden acomodarse dos adultos, conforman el vehículo de tres ruedas, que semeja una especie de carruaje, pero con la diferencia de que no lleva caballos, solo el chofer encargado de maniobrar el “bicitaxi”, como fue bautizado. Este servicio ecológico, que nació hace ya un año, tras el empeño y creatividad de dos ingenieros y su socio, cuenta con cinco integrantes de una línea, bautizada San Juan Bautista, de Ureña. “Cobramos entre 1.000 y 1500 pesos”, resaltó Juan Carlos, mientras trasladaba a una ciudadana desde el puente Francisco de Paula Santander, hasta la cancha de la comunidad. La apertura del paso internacional como canal humanitario, a partir del 1 de junio, dio pie para que los vehículos ecológicos fueran desempolvados nuevamente. “Para nosotros significa una gran ayuda, pues nos permite llevar algo para la casa”, sentenció el joven, quien no descarta que otras cooperativas puedan sumarse.