Como tantas jóvenes venezolanas, Yendri Montoya, de 25 años, llegó hace pocos días a la frontera, proveniente de Apure. Frente a la escasas oportunidades de empleo que hay, la joven se vio en la necesidad de vender su cabello. Yendri aspira conseguir trabajo pronto. Mientras llega, se va adaptando a una frontera que se queda pequeña ante el gran número de ciudadanos que, a diario, deciden quedarse.