Decenas de venezolanos, la mayoría del centro del país, siguen viendo al corregimiento de La Parada, en Colombia, como el refugio económico para sobrevivir en una frontera que sigue a la espera de su reactivación. A escasos metros del puente internacional Simón Bolívar, se divisa los primeros puestos de ventas informales. Desde los famosos bocadillos, hasta refrescos y pasando por café y manzanas son parte de la variedad de productos que ofrecen. Los acentos que se le escuchan, al momento de vociferar lo que venden, permiten tener una idea de qué parte de Venezuela provienen. Muchos, pese a los años que llevan en la localidad comercial, no pierden su sello venezolano. Quizá, algunas palabras colombianas ya se han adherido a su lenguaje, sin perder el acento que los identifica. Los venezolanos, sin duda, han hecho de La Parada un espacio que, con el tiempo, ha ido agarrando ciertos matices venezolanos, sin perder su esencia neogranadina.