La Parada es el punto cero para quienes dejan Venezuela por la crisis. A este caserío de calles polvorientas que bordea el lado colombiano del puente internacional Simón Bolívar, llegan a diario miles de personas, la mayoría en escala para seguir a otro lugar y los más pobres para quedarse. La peor parte la lleva Villa del Rosario, municipio vecino al que pertenece La Parada y cuyo alcalde, Pepe Ruiz Paredes, está convencido de «que lo peor hasta ahora está llegando», porque cada vez más son los desposeídos que se asientan en la zona y no hay medios suficientes para darles salud, educación y vivienda.