“Jaladores de carros”, así se le denomina en la frontera de San Antonio y Ureña a las personas que se dedican a llamar la atención de conductores, futuros clientes, quienes al aceptar la propuesta son dirigidos a una de las casas cercanas, donde le compran el combustible. Desde el cementerio de San Antonio y hasta la localidad de Tienditas, en la jurisdicción de Pedro María Ureña, se contabilizaron cinco tipos de “alcabalas” dirigidas por los “jaladores”, quienes se despliegan en la vía para realizar un trabajo que, en la otrora frontera, no era común hacia el lado venezolano, pero sí en La Parada, en Colombia.