En una gran hermandad se han convertido los gestores culturales migrantes venezolanos y colombianos que se forman en el diplomado La música, un puente hacia la integración, de la Fundación Gratitud, con apoyo de USAID, en el marco del Proyecto Integra. Son jóvenes, echados para adelante y venezolanos. A José Gregorio Dávila, Enmanuel Bastidas y Zarahí González los unió la migración forzada y la música en la ciudad de Cúcuta, a la que llegaron dispuestos a dar lo mejor de sí con sus talentos. Cuando se juntan a tocar con sus instrumentos, el violín, la guitarra y el cuatro, las melodías suenan en perfecta sincronía, así como se han engranado con el ritmo sonoro que sale de la caja de percusión que toca a ojos cerrados Pedro Jesús Castilla, un joven nortesantandereano que los recibió como sus hermanos, y a quienes ya considera sus panitas.