Cuando se acerca la hora del mediodía, una romería de gente se amontona a las afueras de este lugar. El andén es estrecho y conduce a una puerta desgastada por el paso del tiempo, donde todos se apresuran a entrar. Son mujeres, niños y adultos mayores, con un marcado acento venezolano, que resisten a las altas temperaturas y a una prologada espera para recibir un plato de comida.