Con la llegada del coronavirus el 6 de marzo se activaron las alarmas en todo el país y una de las medidas de contención para prevenir su propagación fue el cierre de las fronteras terrestres. La decisión presidencial afectó el tránsito migratorio entre Colombia y Venezuela a partir del 14 de marzo.Miles de venezolanos no pudieron ingresar, aumentando considerablemente el flujo por los pasos irregulares hacia el interior. El confinamiento obligatorio hizo que la actividad comercial y laboral se fuera en picada por lo que muchos migrantes venezolanos fueron despedidos de sus empleos y desalojados de sus casas por no contar con ingresos para mantenerse. Los comedores sociales cerraron, los albergues no recibieron más personas, las ayudas humanitarias se paralizaron y los trámites presenciales de regularización fueron cancelados, creando una calamidad para esta población vulnerable.