De aquí hasta el 2054 es la nueva vida que se le imprimió a la Zona Franca de Cúcuta que para esta fase del siglo XXI tiene que fijarse metas ambiciosas para ayudar a impulsar la economía cucuteña y seguir siendo una alternativa esencial para el comercio colombo-venezolano.

En estos momentos de tantos desafíos, la región necesita emplearse a fondo en imprimirle celeridad hacia la potenciación de las actividades manufactureras, la industrialización y una economía más fundamentada en el sector productivo, incluyendo la agroindustria.

Hacerlo de esa manera conllevará, por ejemplo, a la internacionalización de nuestra economía local para vigorizar la presencia en mercados no solo de Venezuela sino de otros países.

Pero sin duda alguna, lo más importante es el impacto que una opción de esta naturaleza producirá sobre el empleo. Al igual de importante que los resultados de mayor actividad económica, habrá una efectividad de carácter social con un mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes de esta parte del país.

En ese sentido es indispensable acoger lo expuesto por el director de la Regional Oriente de la Cámara Colombo Venezolana, Víctor Méndez, quien afirmó que la prórroga lograda gracias a la gestión del saliente ministro Germán Umaña, impone el compromiso de implementar estrategias para seguir desarrollando la Zona Franca con inversión y mejoras en sus áreas, con el fin de que sea más competitiva.

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