Algunos de los zapatos han recorrido miles de kilómetros desde que sus dueños decidieron abandonar Venezuela. Frente al Congreso de Colombia casi 300 pares «llaman» a ponerse en el lugar de sus portadores, en un intento para alejar la xenofobia que asoma en la política colombiana.
Tenis, sandalias, tacones, botas, suecos, alpargatas… La Plaza de Bolívar de Bogotá, centro de la política cafetera, amaneció este viernes con un tapete de zapatos. Cada par «representa una historia, y cada una de esas historias cuenta el camino de una persona que tuvo que dejarlo todo para tratar de cumplir sus sueños en Colombia», dijo a la AFP Alejandro Daly, coordinador del movimiento Derecho a no obedecer.