La pandemia ha traído consigo cambios inesperados. Esos virajes, en su mayoría, no han sido asimilados aún, pese a los seis meses de cuarentena que se suman. El caso del modelo escolar al que se ajustaron las instituciones educativas colombianas, y que han tenido que afrontar padres y niños que viven en la frontera, lado venezolano, por estar matriculados en el país vecino, es un punto palpable. Marley y Mayra, junto a sus hijos, son dos ejemplos de muchas familias que viven lo mismo en la zona fronteriza. El correcorre que pasan a diario los representantes, para que sus vástagos respondan a tiempo a las clases virtuales, ha provocado cansancio y poca empatía con la forma en la que la educación colombiana acomodó su sistema escolar frente al virus.