El cierre de los pasos fronterizos con Norte de Santander marcó el inicio de la crisis migratoria venezolana, lo que ha incidido directamente en la densidad poblacional y por supuesto, esto ha impactado la economía local que ha hecho una transformación. Estos cambios han traído una nueva forma de trabajar, de hacer negocio y empresa dentro de lo formal y lo informal. Decenas de nuevos establecimientos han aparecido en el paisaje, destacando los pequeños supermercados que están casi apilados uno al lado del otro y que siempre están llenos, abasteciendo en su mayoría, a compradores venezolanos que cruzan las trochas. Otro de los negocios más comunes son las casas de cambios, de los que generan mayor empleo en el sector. También nuevos oficios empezaron a germinar en medio de ese trajín migratorio: los caleteros. “La Parada sin Venezuela no es nada”, dice un vendedor informal. Como evidencia de esto se están la “cuarentena radical” o la semana “flexible”, medidas que aplica el gobierno de Maduro para combatir la COVID-19. Hay más movimiento cuando es flexible en Venezuela porque la gente circula sin problemas, en cambio cuando es radical muchas veces cierran los caminos.