Boa Vista, la capital del Estado Roraima, es un municipio de no más de 300 mil habitantes donde arriban los migrantes después de cruzar la línea que divide los países. Solo hay una carretera pavimentada para llegar hasta allá y es la mejor opción después de pasar la frontera porque Pacaraima, el pueblo que queda en la línea divisoria, no tiene más de diez calles, allí no hay comercio o bancos para conseguir dinero en efectivo y para buscar comida. Solo hay una panadería. Llegar a Boa Vista es sinónimo de esperanza. En ese municipio, que alcanzó a tener el 10% de su población extranjera, hay 13 centros de abrigo con más de 6.000 migrantes.