En el lado ecuatoriano del puente internacional Rumichaca, en la frontera con Colombia, la Cruz Roja les da a los migrantes dos cosas: agua potable y comunicación. Ansiosos por hacer saber a sus familias que llegaron bien o simplemente por escuchar una voz amiga después de días de viaje, los migrantes venezolanos se agrupan bajo la carpa del organismo internacional.