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Colombia | El asesinato del firmante de paz número 321

Ronald Rojas, excomandante de las FARC que acaba de morir por el disparo de un francotirador, había dejado las armas y creía en la reconciliación. El excombatiente de las FARC, de 42 años, alcanzó a balbucear sus últimas palabras antes de caer abatido: “Al suelo, al suelo”. En la noche del cuatro de julio fue asesinado delante de sus dos hijos, de seis y de doce años, en la finca de su familia, ubicada en el área rural de Palermo, en el sureño departamento del Huila. Eran las 18.40 de la noche del lunes festivo, último día de las tradicionales fiestas populares de la región. Ronald había departido toda la tarde; estaba sentado cuando, de repente, apareció un francotirador y le propinó un disparo de fusil en el pecho. Alrededor de treinta personas, entre familiares y amigos, se tiraron al suelo. Rojas tenía protección estatal, no obstante, de acuerdo con testigos, sus escoltas en ese momento estaban preparando el vehículo para regresar a Neiva (la capital de Huila). De inmediato su esposa, auxiliar de enfermería, trató de ayudarlo, pero no reaccionaba. Falleció en la clínica.

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