Nos sentimos impotentes” es la frase con la cual resume Orlando García, pastor evangélico, el sentimiento de las organizaciones que prestan ayuda a los caminantes venezolanos que cruzan el río Arauca para estar en la localidad homónima, capital del departamento colombiano con el mismo nombre. García, líder espiritual de una porción importante de El Amparo, cuenta que por la plaza Bolívar de esta población, por donde queda su iglesia, “todos los días se ve ese flujo de personas”: “Aunque en los últimos días no ha habido muchas”. Asegura el pastor que hay dos tipos de migrantes: “Unos que están dispuestos a caminar y a sufrir todos los embates por esas trochas y carreteras”, y otros que tienen recursos porque tiene cómo pagar pasajes terrestres y aéreos. Aunque Colombia, Perú, Ecuador y Chile sean los mismos destinos para los dos tipos de migrantes, por la iglesia del religioso solo pasan los caminantes. A comienzos de este año, los bolsos tricolores volvieron a colorear las carreteras nacionales Elorza-Guasdualito-El Amparo-Cañafístola-La Victoria, así como El Piñal-El Nula en dirección hacia a las “trochas” o pasos ilegales ubicadas por estas poblaciones a lo largo del río Arauca.