“Está por verse, será caótico por un tiempo”, reconoció Joe Biden cuando faltan apenas 24 horas para la derogación del controvertido Título 42. El enorme efecto llamado provocado en la frontera del Río Bravo, entre México y Estados Unidos, por la sustitución de la norma puesto en marcha por Donald Trump con la excusa de la pandemia se convirtió hoy en el tema central de la conversación mantenida entre el mandatario estadounidense y su par mexicano, Andrés Manuel López Obrador. Ambos presidentes coincidieron en la necesidad de evitar las “aglomeraciones” de emigrantes que ya se viven sobre todo en Ciudad Juárez, la ciudad que comparte frontera con la texana El Paso. A los cientos y cientos de emigrantes que llegan todos los días en tren desde el sur se han sumado aquellos que se encuentran en los 32 refugios habilitados en la ciudad de Chihuahua, que han decidido en buena parte sumarse a los campamentos improvisados a pie del muro. Al sur, en Tapachula, son varios miles quienes porfían por seguir su rumbo hacia la frontera norte. Pero incluso en la selva del Darién, el tapón salvaje que separa Colombia de Panamá, se contabilizan casi 1.200 por día, en su mayoría venezolanos con incremento en el número de ecuatorianos.

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