Diariamente llegan a la capital de Risaralda entre 20 y 25 ciudadanos del vecino país; muchos de ellos han optado por salir a las calles a pedir limosna y lo más preocupante es que utilizan a los niños para generar lástima en las esquinas de los semáforos. Actualmente la capacidad institucional está colapsada y no hay forma de atender oportunamente a esta población, según lo manifestó la personera de Pereira Sandra Lorena Cárdenas.